PROGRAMA DE ENRIQUECIMIENTO PARA SUPERDOTADOS Y TALENTOS

DIMELO, Y LO OLVIDARÉ; MUESTRAMELO Y A LO MEJOR LO RECORDARÉ; IMPLÍCAME Y LO ENTENDERÉ

domingo, 14 de marzo de 2010

«¿Es preciso otro 'caso Jokin' para actuar?»

13.03.10 - 01:05 - JAVIER CAMPOS - La Rioja.com
LOGROÑO.

La Inspección niega que el escolar sufra bullying y aconseja a la familia trasladarle de instituto como solución idónea .Los padres de un menor denuncian el acoso que sufre su hijo en clase por parte de sus compañeros y critican la falta de respuesta desde el centro y la autoridad educativa.
ALGUNAS AGRESIONES
Octubre del 2009. Agresión en los alrededores del instituto por parte de un compañero que ya en el centro le había increpado. La dirección resuelve amonestar por escrito a ambos por «pelearse entre clase y clase».
Febrero del 2010. Un grupo de alumnos le hacen partícipe de un 'juego' consistente en golpear a quien le logren pasar entre las piernas una botella hasta que éste toque una papelera. El acosado reacciona ante un ensañamiento que se prolonga durante varios minutos propinándole un puñetazo en el ojo a un compañero por el que resulta amonestado por escrito y, no ajustándose a normativa, sancionado dos veces por la misma falta con tres días de expulsión del centro -actualmente en suspensión cautelar a la espera de resolución definitiva-..Son padres sumidos en la desesperación... La que provoca saber que un hijo sufre humillaciones verbales y agresiones físicas casi a diario por parte de sus compañeros de clase sin que la administración educativa encuentre solución a un problema que la propia Inspección ni tan siquiera considera acoso.

La familia de un alumno del IES Tomás Mingot asegura encontrarse en la más absoluta indefensión después de que, tras meses denunciando episodios que se ajustarían sin 'peros' a la definición de bullying, ni la dirección del centro ni la inspección asignada ni, en última instancia, la propia consejería se hayan mostrado receptivas al problema que viene padeciendo un niño objeto de las burlas y las iras del resto.

Padre y madre, desamparados ante un calvario que a estas alturas se ha hecho extensible a la totalidad del núcleo familiar, critican la dejación de funciones y la falta de respuesta de la Administración educativa. Pese a las pruebas aportadas, que incluyen test psicológicos que apuntan hacia un sintomático caso de acoso y dos partes de lesiones provocadas en sendas agresiones, Educación ha concluido tras estudiar el caso que no hay motivos suficientes como para hablar de hostigamiento y, como solución idónea, han 'invitado' a los padres a trasladarle de instituto para, paradójicamente, poner punto y final a un conflicto que, según ellos, no existe.

«Desde principios de curso hemos venido observando la pasividad y permisividad de los responsables del instituto, que no han conseguido atajar ni los insultos ni las agresiones, limitándose a justificar muchas de ellas e incluso a achacar otras a una 'percepción equivocada' de nuestro hijo», explican los padres, quienes aseguran que no se detendrán hasta que alguna Administración, ya sea educativa o judicial, reconozca el problema y adopte medidas para su resolución.

Se da la circunstancia de que el joven, quien ya padeció situaciones similares en su antiguo colegio aunque 'sorteadas' a tiempo con la implicación de profesores y tutores, posee altas capacidades intelectuales -una inteligencia por encima de la media desvelada en diferentes estudios- que los estamentos educativos tratan como un simple intento de 'hacerse notar'.

Situación insostenible

«¿Es preciso otro 'caso Jokin' para actuar?», se preguntan los padres, que tras la frustración de una reunión mantenida con los responsables educativos en la que daban el asunto por zanjado han optado por acudir a Diario LA RIOJA a denunciar el caso, además de comenzar a barajar la posibilidad de recurrir a los tribunales.

Golpes dentro y fuera del centro -algunos incluso grabados con un móvil- e insultos en el aula, entre clases y fuera de ellas, se han ido sucediendo sin remedio pese a que, en todo momento tal y como consta en los numerosos escritos que la familia ha dirigido al IES y a la propia consejería, los padres del alumno han estado pendientes del caso advirtiendo de una situación a día de hoy insostenible. Insostenible no sólo porque el escolar objeto de acoso presente un cuadro de ansiedad, trastornos alimentarios, desajustes en el sueño y alteraciones emocionales, sino por el hecho de que el centro, salomónico en sus decisiones, haya sancionado hasta en dos ocasiones los intentos de defensa del menor acosado utilizando «a su antojo» la normativa que regula la convivencia en los centros.

Los padres, sin saber qué hacer, han ido viendo cómo a lesiones relativas a dolores musculares en el glúteo y en el muslo -además de una contusión en un dedo fruto de una patada, entre otras- las respuestas del centro han ido en la misma dirección: se trata de un alumno sensible, «al que le gusta llamar la atención y necesita ser aceptado por su grupo de iguales». Es más, la visión de los hechos relatada por la familia ha sido invalidada al ser considerada «subjetiva para tener una visión imparcial» de lo acontecido.

La Consejería, que ha sido consultada al respecto del caso, se ha limitado a precisar que tanto la dirección del centro como la inspección educativa y la Dirección General de Educación han actuado según correspondía y de acuerdo -«meticulosamente»- a la normativa establecida.

miércoles, 10 de marzo de 2010

ENFOQUE: Superdotados

LA DESOBEDIENCIA EN EL NIÑO

La desobediencia en el niño está íntimamente ligada con el problema de la autoridad de los padres y de la tolerancia. El concepto que los padres tengan de la autoridad, se manifiesta en el grado de tolerancia y, por lo tanto, en la clase de obediencia exigida. Unos padres autoritarios exigirán "obediencia ciega" por la simple razón de "porque lo mando yo ! ; nunca reconocerán un error propio porque "hay que mantener el principio de autoridad". En este caso, la desobediencia es casi inevitable y con ella el conflicto. El ejercicio irracional de la autoridad (lo que hoy se toma a risa mañana se castiga severamente, las bofetadas repentinas sin dejar explicarse a la víctima, gritos estertóreos o insultos) es semilla segura de desobediencia. Pero la desobediencia puede surgir también de un ejercicio demasiado blando de la autoridad. El niño aprende fácilmente o intuye que puede abusar puesto que las amenazas nunca se realizan o los castigos impuestos se levantan siempre apenas comenzados. El problema de la desobediencia de los hijos es también un problema de los padres que deben someter a examen su propio concepto de obediencia y tolerancia.

A lo largo de todas las etapas del desarrollo evolutivo encontramos ciertos nivel de desobediencia.

Alégrese de que su hijo le desafíe. Una de las tareas principales de la niñez consiste en descubrir la estructura y el significado de la vida, y eso se aprende en gran medida descubriendo las reglas y normas que regulan el funcionamiento de las cosas. A medida que su hijo crezca, su conducta será más compleja y variada y comenzará a ponerla a prueba para descubrir las diferenciaciones más finas de la disciplina.

Su hijo no está tratando necesariamente de amargarle la vida en forma deliberada, simplemente está poniendo a prueba los límites que usted le impone o poniendo a prueba nuevas hipótesis acerca de la forma en que usted puede reaccionar ante lo que él hace. Este tipo de desobediencia puede considerarse como normal. No debe preocuparse al menos que su hijo lo desobedezca en forma constante. Si parece disfrutar cuando usted se enoja y la desobedece cada vez que usted se enoja y la desobedece cada vez que usted expresa un deseo, entonces sí debe comenzar a preocuparse.

Si un niño siempre desobedece a los deseos de sus padres lo más probable es que se lo haya sometido a una disciplina muy estricta, que puede haber llegado incluso a castigos severos.

Un niño totalmente obediente es un niño que se ha dado por vencido. No muestra interés en mostrarse como es el mismo. Sólo logra satisfacción sometiéndose a los demás. Es un buen subordinado. Cuando crezca será un adulto pasivo carente de todo impulso, de imaginación e iniciativa.

En el colegio son muy bien considerados por los maestros que los ponen como ejemplo. Son muy amables, corteses y se ganan el aprecio de los adultos.

Estos niños no tienen una infancia muy feliz. Dado que su único deseo es complacer a los adultos muy pronto y son incapaces de expresar su propia individualidad.

Por el contrario, un niño que siempre se porta mal, es un niño que no ha aprendido a posponer su gratificación, no puede renunciar al placer inmediato en espera de una satisfacción mayor que puede lograr a través de medios socialmente aceptados. Con frecuencia estos niños han crecido en un ambiente que no les brindó nunca satisfacciones suficientes como para permitirles aprender a controlar sus impulsos en espera de una gratificación mayor, diferida. O sea que para que su hijo pueda tolerar la frustración debe aprender que obtendrá cierta satisfacción por hacerlo. Por supuesto que su hijo nunca ha recibido recompensa no podrá aprender a posponer la gratificación.

La mala conducta puede tener otra causa . El niño desobediente puede haber pasado por una serie de experiencias que alentaron la mala conducta. Por ejemplo, un maestro puede haberle puesto la etiqueta de travieso porque le resultaba difícil tratar con él. A este niño le resultará más fácil persistir y cumplir así las expectativas del maestro que intentar que cambie de opinión. Por eso continúa portándose mal.

A veces la mala conducta se debe a que el niño esta colocado siempre en situaciones en las cuales haga lo que haga el resultado será siempre el mismo. Lo castigan si actúa de una forma y lo castigan si actúa de otra forma.

La desobediencia también aparece en hogares en que los padres están preocupados por sus propios problemas o que por diversas razones les prestan poca atención a los niños. Casi obligados sólo le prestan atención cuando se portan mal o tienen un problema muy grave. Es lógico deducir que pueden llamar la atención de sus padres si ellos mismos están en dificultades o si les crean problemas en forma deliberada. Sienten necesidad de que los padres los tengan en cuenta y les impongan una disciplina. Estos niños "desobedientes" han aprendido que llamar la atención para que los reten es mejor que ser ignorados.

Ningún niño desea llamar la atención buscando que lo reten si le prestan la debida atención normalmente.

¿Qué podemos hacer si nuestro hijo es siempre desobediente ?

Por empezar, indagar las razones que originan esa mala conducta. Identificar con claridad el problema para poder resolverlo (escasa atención de los padres, padres que aspiran a la perfección, privación al niño de satisfacciones y privacidad cuando no cumple con exigencias desmedidas, celos por el nacimiento de un hermano, etc).

Un niño tratado con indiferencia o exigencias desmedidas es normal que se muestre desinteresado, carezca de motivaciones y se porte mal constantemente. No importa lo bien que se pueda portar o lo logros que pueda obtener, nada se le reconoce.

Los niños que siempre hacen lo opuesto a los que se les pide

Esta actitud de los niños encubre un mensaje. Nos está pidiendo indirectamente que se interese más en él. La conducta de oposición persistente es en el peor de los casos un intento de contrariarla y en el mejor de los casos un medio para llamar su atención.

El intento de contrariarla es la expresión más directa de la hostilidad y el resentimiento del niño. A veces el niño miente, roba o actúa con falsedad no por las dudosas recompensas que puedan significarle estas acciones sino por el el solo hecho de portarse mal. En general, un niño que manifiesta crónicamente estas conductas está pidiendo a gritos que le presten atención.